martes, 9 de agosto de 2011

A ti te estoy hablando a ti, a ti la que NO escucha.


Hace tiempo tengo ganas de escribirle, de escribirme a mí misma quizás. De recordar y recordarte.
Hoy y ayer, y hace tiempo siento una gran ausencia. Te tengo y no te tengo, a veces me recordás brutamente que estás, pero en realidad no, no estás. Y se siente un gran vacío. Y se siente una profunda angustia, como si en algún momento hubieses sido una gran pero gran madre y de golpe te hubieses muerto. Pero no estás muerta, y no sé si en algún momento fuiste una gran madre. Ese es el dolor que llego a sentir. El dolor del recuerdo, el dolor de la añoranza, de extrañar lo que nunca pudiste ser. De que hoy, sí, hoy, caminemos juntas con bolsitas en las manos, llevando las compras, tan pesadas que casi lastiman las manos, pero sentir esa efímera sensación de que todo está bien. Extraño eso, el ir con vos por la calle, como un sencillo acto cotidiano, como hace cualquier madre / hija. Extraño los buenos consejos que nunca, o casi nunca me diste. Extraño el que me despierte alguien, que me espere en la mesa para desayunar.
Extraño cosas que fueron chiquitas, por apenas un tiempito, antes de que cambiaras para siempre.
La bronca supera a la tristeza muchas veces, pero cuando la ira desaparece, juro que es tajante el dolor. Insoportable. A veces me gustaría, sólo a veces, que puedas ver lo que estás haciendo, que puedas sentir lo que se siente. A veces te odio, no puedo negarlo. Pero no me digas que no te quiero. Si no te quisiera quizá hasta ni te miraría a los ojos.
Prometo nunca ser como vos, para eso te pienso todos los días. No es rencor. Es saber lo que sos y lo que yo nunca voy a ser. 

1 comentario:

  1. Es fuerte lo que sentís y pones. Me salieron ganas de hablar con vos, pero no tengo forma, mas que esta.

    Si queres hablarme, soy matias.figliola@gmail.com

    Un saludo

    ResponderEliminar